jueves, 16 de mayo de 2013

La Libertad y las Mentiras


Prefieren la noche y salpican con sangre (*)



                                                                                              Mirta Ventura
                                                                                                Mayo 2013

Contra la democracia

Estar en contra de un gobierno constitucional está en las posibilidades válidas en una democracia. Criticar lo que ese gobierno hace y decir qué habría que hacer en cambio, es parte constitutiva del funcionamiento democrático. Querer e intentar voltear un gobierno democrático, en nombre de la democracia, aduciendo que lo ejercido por ese mismo gobierno es antidemocrático porque no hace lo que quieren los opositores, cuando las propuestas del ejecutivo en el congreso solamente son válidas si son aprobadas por la mayoría de los representantes de todos los partidos políticos, es vivar por la democracia, a través de actos antidemocráticos.

Las manifestaciones opositoras que se han llevado a cabo en los últimos tiempos, que se dicen apolíticas y que son apoyadas por gran parte de los partidos opositores de derecha e izquierda, afrentan a la cultura política. No tienen consignas con ideas sino con odio, destrucción, malos deseos hacia la persona de la presidenta Cristina Kirchner y con pedidos de que se vaya. Lo peor es que no ocultan soporte político de alguno de los partidos políticos que participan sin identificación, que aceptan (siendo políticos) la antipolítica propuesta, sino que son voceros de grupos comunicacionales monopólicos, que no quieren aceptar la vida democrática y que con su pregonar constante y omnipresente, encuentra en estos “sueltos” y en los políticos sin propuestas, el ideal de voceros.

Las discusiones y propuestas hacia la democratización de la justicia, son un ejercicio de calidad hacia el fortalecimiento de la democracia. Es muy mezquino hablar de dictadura K por este intento de mejorar el funcionamiento de la Justicia, como se va haciendo de a poco, en otros estamentos. Mientras los medios opositores hablan ininterrumpidamente de la “intromisión en la Justicia”, sectores de la sociedad son sus difusores. Nadie explicita cuál es el propósito de esta acción en contra, ante cada paso que se va dando.

Mentiras

Se permiten tomar como un hecho palabras inventadas en el diario La Nación, el domingo 12 de mayo, en las que se hablaba de una posible intervención al diario Clarín. Sin perder tiempo, en TN, su estrella Jorge La Nata, teatralizó la alarma, se victimizó y sugirió que quizás el próximo domingo no iba a estar en el programa porque lo censurarían. Tanta influencia tienen estas operaciones, que el empleado del mes dictó un Decreto de Necesidad y Urgencia, para que en la Ciudad de Buenos Aires no puedan suceder estas acciones en contra de la Libertad de Expresión y Prensa. Propone hacer de la CABA un Paraíso Judicial para periodistas y medios, en contra de las Constituciones de la propia ciudad y de la Nación. Si en un Estado no se cumple con la Constitución Nacional, se rompe con la Ley Federal y se estarían violando la Constitución Nacional y todos los Códigos de La República. Aquí no se trata de Libertad de Prensa, aquí se está hablando de Libertad de Empresa. Esto que parece de una mala comedia, es lo que realmente pasa. Y muchos, aún muy cultos, se suman a esta indigna acción en nombre de la oposición. No se discuten ideas, ni se formulan distintas propuestas, sino que se valen de imponer mentiras y de buscar emisores de éstas, conscientes o inconscientes.

Afortunadamente, ya no se recurre a los militares para derrotar a la democracia, pero tienen sus métodos para desgastarla. Intentan el desabastecimiento, realizan lockout patronal, intentan provocar devaluación del peso, estimulan los prejuicios anti populares, deslegitimizan la democracia, salen a la calle como personas hartas de la confrontación, aunque lo hacen para provocar confrontación.

Aspirantes a Imperialistas

Los países del 1º mundo se ven “superiores” a los de América, Africa y Asia, y a toda colonia que tienen. En el fondo piensan que “por algo” son explotados los habitantes y siempre se les exigió adaptarse rápidamente a la cultura occidental. En nuestros países latinoamericanos, hay quienes tienen ese mismo sentimiento. Los de clase alta, o media alta, o algunos que no los son económicamente, pero son aspirantes a serlo, no les gusta que los derechos alcancen a todos. La clase baja no debe acceder a sus privilegios, porque esas prerrogativas les pertenecen. En nombre de la civilización, hasta los grandes intelectuales latinoamericanos de derecha, son renuentes a validar la igualdad de derechos. Usan la palabra “populismo” despectivamente y califican como dictadura y autoritarismo a todo gobierno que se opone a los grandes monopolios empresariales, y trabaja para la inclusión de todos los habitantes.

Lo vemos en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, no lo dicen pero actúan castigando a los que suponen que pueden tener vida digna y derechos igualitarios siendo pobres. Los caceroleros lo saben y actúan en ese mismo sentido. Los políticos que los acompañan (aún los de izquierda) también lo saben, y sin embargo, siguen apoyando estos golpes a los progresos sociales.

Libertad

Además de valerse de mentiras para obstaculizar esta democracia, ocultan todo lo que sí sucede. Nunca hablan del progreso en la educación, ni de los derechos sociales ampliados, ni de la importancia que se le da a la tecnología y la ciencia.

Lo que rechazan son la asignación universal por hijo, la soberanía demostrada frente a los organismos internacionales de crédito, la ley de medios, las limitaciones a las operaciones en dólares, la democratización de la justicia, es decir todo lo que significa mayor igualdad, mayor distribución de la riqueza, soberanía nacional, fortalecimiento de la construcción de la gran Patria Latinoamericana.

Paradójicamente, estos mismos son los que gritan Libertad!, Libertad!, y se oponen a toda medida igualitaria entre los habitantes del país, y en el plano internacional como país, desconociendo que la soberanía e igualdad de derechos es la única forma de conseguir esa tan clamada Libertad.



(*) Temores, Juan Gelman