martes, 8 de junio de 2010

Bicentenario de la Revolución de Mayo

Mirta Ventura*
Junio 2010

Símbolos provocados y símbolos que surgen

Sin exagerar en la interpretación que se le da a los signos, indicios o símbolos, no se deberían dejar de lado algunos, qué por su claridad o presencia dominante, se presentan en forma ineludible.
En la celebración y/o conmemoración del Bicentenario de la Revolución, el 25 de mayo de 2010, se hicieron presentes varios de estos símbolos que golpean como para que no se los deje pasar silbando bajito.

En 1910, el primer Centenario, se pensaba en una patria para pocos y exclusivos, la sociedad deseaba ser y se sentía europea. No estaba en consideración el proyecto de un territorio común, de una patria Latinoamericana.
En los 90 tampoco se pensaba en la inclusión sudamericana, por el contrario la sociedad se asumía del primer mundo y no consideraba ni a los excluidos de adentro ni a los habitantes de los países latinoamericanos.

Desde estos puntos de vista, la historia fue relatada de un modo muy diferente al que se podrá re escribir a partir de este reflexivo Bicentenario pleno en simbolismos (quizás este nuevo relato tenga sus orígenes en el 25 de mayo de 2003, sin ser concientizado plenamente, sin poder asegurar que esto ocurriría, pero abriéndose camino dificultosamente, a veces a paso lento, pero sin retroceder).

Este no ha sido un festejo caracterizado por la superficialidad y regido por el azar. En la celebración, la historia se ilustra con contenidos. No se elude cargarla ideológicamente. No son cualesquiera los momentos elegidos para ser representados esencialmente con un lenguaje artístico de gran belleza. Los ciudadanos que allí conmemoramos, nos sentimos latinoamericanos ante la interpretación desarrollada de nuestra condición, vibramos con las figuras escénicas de los pueblos originarios, las madres, los héroes de Malvinas, las luchas emancipadoras, las garras del neoliberalismo. Las elecciones de tales temas, no fueron fortuitas
No es tampoco casual que la presidenta haya querido hablar a todos rodeada de los presidentes de Sudamérica que la acompañaban y en un salón en cuyas paredes se colgaron cuadros de elegidos, no al azar, máximos referentes latinoamericanos. Todos símbolos provocados manifiestamente.

No es impensado, tampoco, que la inauguración del teatro Colón haya lucido como las fiestas de los 90, glamorosa y dorada. Un símbolo deseado por los concurrentes que no tienen intenciones de salir de esa exclusividad farandulera.
Se percibieron, así mismo, otros símbolos que, seguramente, no fueron premeditados, pero que su contundencia no deja lugar al soslayo. Los artistas que actuaron en esa noche de la inauguración del Colón, al terminar la obra, cuando volvieron a salir desde atrás del telón para saludar, motivados por la continuidad de aplausos, se encontraron con la multitud de espectadores de espaldas, para estar de frente a Macri y sus elegidos acompañantes. El símbolo se hace lugar, arremete, se impone. No aplaudían a los artistas ni al arte. Allí se vivía otra cosa. Ésta es la otra Argentina antagónica con la que se emocionaba en las calles con las vivencias de nuestros hermanos de todas las provincias y de Latinoamérica.
Y se produjo otra simbología no preparada. El sentido, no buscado, acerca de la ausencia de Cristina en la inauguración del teatro Colón, emergió con fuerza. La multitud en las calles no se correspondía con la inclusión de la presidenta, partícipe necesaria de la ideología de esta conmemoración, en ese acto fastuoso.

No es casual que esto suceda en este momento, con un pueblo que crece porque se va sintiendo incluido, a pesar de la resistencia ofrecida por los sectores excluyentes. En estos tiempos se está apostando por lo nacional sin temerle a lo popular, denominado ligeramente “populismo”, para denostarlo. Se trata de darle lugar a los que fueron desposeídos y en particular a los pueblos originarios. Las multitudes que se movilizaron se liberaron de esa pesada carga colocada por los grandes medios y por aquellos que tienen la mirada más dura cuando miran hacia adentro.

Es gratificante ver cómo se van sucediendo hechos que hasta hace poco parecían irrealizables. Se concreta un anhelo de muchos, muy sensible. No hace tanto, en Octubre de 2009, escribí en la nota “Impresiones Propias y Ajenas”: “Cada uno tiene sus características, valías y carencias. Nosotros, en estos últimos años, estamos caminando, no tan correctos, no tan engolados, pero proteicos y quizás varios pasos adelante de muchos. Si nos quisiéramos un poco más seríamos capaces de ver a Argentina, a los argentinos, en este momento en el concierto mundial, haciendo historia y de la buena”.

Se vieron caras de muchos argentinos, conscientes de la “argentinidad”, profundos, reflexivos, satisfechos, plenos, conmemorando constructivamente. Los símbolos hablaron, como siempre, desde la razón y desde los sentimientos y los escuchamos.



(*) Licenciada en Física (UBA), 1974
INTI, (1974-1981)
CONICET, (1981-1988)
CNEA, (1984- 1995)
ARN, (1995-2010)